Independientemente de si se pertenece al gremio del escritor o no, a toda persona modesta se le hace difícil hablar sobre sí mismo. A mí me cuesta bastante, y no por vergüenza, sino por el mero hecho de pensar que mi vida no tiene nada de especial. Hombre de 48 años, casado y con hijos. No vivo de escribir, tengo un trabajo común que me ayuda a pagar facturas, un coche, hipoteca… bien, finiquitado; ya conocen sobre mí, ¡vamos ahora a lo interesante!
Me encanta inventar historias. Ya de pequeño apuntaba maneras ganando algún premio cuando estudiaba la E.G.B. pero a veces las encrucijadas de la vida te llevan por caminos que te hacen olvidar las aficiones y, no es hasta que ocurre algo lo suficientemente importante como para apagar la música hipnótica de fondo, que no te planteas quién eres y qué te
gusta hacer. ¿Lo adivináis ya? Pues sí, llegaron mis hijos.
Como digo en mis dedicatorias, ellos son las fuentes de donde manan mis ideas y las estrellas que iluminan mi universo, así que de ahí surgió «Para que duerman mis princesas» (libro de cuentos para dormirse acariciando sueños), «Mamá, papá, ya soy mayor, aunque a
veces…» (cuento ilustrado donde Samy, el protagonista, es la encarnación de mis hijos), y ahora «Mamá, papá, ayúdame a entender» (donde Samy empieza a descubrir el mundo emocional y su propia voz interior). Y toda esta caja de pandora de emociones y pensamientos que abrieron mis hijos al nacer, tuve que organizarla además de en los libros, en mi página de Facebook
«cristobal ramirez» y en mi blog «suinfanciatutesoro.com«.
Y aquí estamos, con la cabeza llena de ideas que pelean por salir cada vez que observo a mis hijos saltando en el parque, jugando en la playa o durmiendo plácidamente en su habitación. Ser padre es lo mejor que me ha pasado. Me induce a querer ser mejor persona, me rodea de lo bueno y me acerca a lo que siempre me ha gustado.
Gracias, Exlibric, por acoger mis escritos y formar parte de esta historia, y gracias lectores por estar al otro lado de este cristal tan fino que, a veces, hasta sentimos que podemos tocaros.