Siglos han pasado desde la construcción de la primer imprenta europea; y muchos más desde el último libro escrito, por necesidad, a mano. Son éstos últimos los que ahora me interesan. Independientemente del contenido de tales obras, siempre resaltaron sus letras capitulares. Aunque en muchos casos tuvieran una intención ornamental, en muchos otros se trascendió lo anterior alcanzando, si no un lugar , sí una gran cercanía con el terreno del arte. Desde la Edad Media, la letra capitular obsequiaba una introducción abstracta al texto que vendría. Tomando en cuenta que entonces eran pocos los letrados, resultaba innecesaria la imagen como «gancho». En este siglo en que parece valer más la imagen que la palabra, es necesario rescatar aquel arte medieval para acercar al lector contemporáneo al texto literario. Así, en este libro, más que una ilustración literal de los cuentos que, como en el caso de Doré, resultan referente visual a muchas obras literarias, buscaba una expresión personal que dialogara con los textos, una síntesis simbólica como la que ha logrado la maestra Sonia Sánchez Avelar en las capitulares de «Degradación». Cada letra capitular contiene los elementos simbólicos necesarios para dar sentido y cercanía al inicio de la lectura. Es una pena que, al menos en el texto impreso, las mismas sean de un tamaño tan reducido. Vale la pena usar la lupa. Sin embargo, la imagen de la portada (también creada por Sánchez Avelar), une todas las capitulares dando unidad al texto y a las imágenes. Las artes deben caminar unidas para evitar su extinción. C.I.S.E.




2 comentarios
Aún no leo «Degradación», sin embargo, conozco otras obras previas del autor y siempre he disfrutado de su estilo de narrativa descriptiva que sumerje al lector en escenas cargadas de aromas, expresiones y texturas, dando un matiz singular a cada creación.
Hola Axel. Lamento la demora, pero agradezco sobremanera tu comentario. Me gusta lo que has dicho de mi obra y, nuevamente, lo agradezco, tu apoyo es muy importante para mí. Saludos.