Torpe en la esencia de tu cuerpo,
como un sueño breve,
como beso primero,
como lluvia fatigada
al caer sobre el pelo.
Como el olvido adrede, disimulado a tiempo.
Torpe en la inherencia de los días que dejaste huérfanos,
los que quedaron sin tiempo por venir
y no pudieron escribir palabras.
Torpe en la risa sin música,
en contemplar la mar,
que espera siempre verte desnuda
a través de la espuma.
En abrir la ventana
y oler el aroma de las manzanas verdes.
Torpe como un recuerdo,
como un suspiro leve,
o como nota de pentagrama que nunca será música.
Así son el tiempo y la memoria
cuando no saben como herir.
Se vuelven torpes como la hiedra,
que no puede escapar
cuando el sol está abrasando
a la más bella de sus hojas.
– Mercedes
Un comentario
Es imposible comentar este bello poema, sin que mis palabras se sonrojen por la torpeza de no poder hablar el mismo lenguaje. No me canso de leerlo.