—Mawtiní, mawtiní; mawtiní —dice la niña—. ¿A qué saben las nubes?
Las nubes saben a niebla bajera, al alivio de una garganta reseca.
Quiero atravesarlas de un salto, con la esperanza de encontrarme el sol tras ellas.
— Mawtiní, mawtiní; mawtiní —dice la niña—. ¿A qué saben las nubes?
Las nubes saben a risas, las nubes saben a gloria.
Dejadme probarlas, quiero descansar sobre ellas.
Ahí seré libre. Ahí está mi familia.
Por cada suspiro que quebrantó la respiración, por cada lágrima embarrada, por cada cabello arrancado…
El que tiñó de rojo la tierra, pedirá volver a la vida para restaurar el hogar humillado.
La súplica será hecha pero Mālik es fiel a la palabra dada:
La niña que fue enterrada en vida, está bajo las alas de la misericordia,
y tu miserable destino está sellado.
Aunque ofrezcas todas las riquezas que se guardan en la tierra, no volverás a la vida, y el fuego será tu lecho.
Mawtiní, mawtiní: esta es mi tierra.
David García
Las nubes saben a niebla bajera, al alivio de una garganta reseca.
Quiero atravesarlas de un salto, con la esperanza de encontrarme el sol tras ellas.
— Mawtiní, mawtiní; mawtiní —dice la niña—. ¿A qué saben las nubes?
Las nubes saben a risas, las nubes saben a gloria.
Dejadme probarlas, quiero descansar sobre ellas.
Ahí seré libre. Ahí está mi familia.
Por cada suspiro que quebrantó la respiración, por cada lágrima embarrada, por cada cabello arrancado…
El que tiñó de rojo la tierra, pedirá volver a la vida para restaurar el hogar humillado.
La súplica será hecha pero Mālik es fiel a la palabra dada:
La niña que fue enterrada en vida, está bajo las alas de la misericordia,
y tu miserable destino está sellado.
Aunque ofrezcas todas las riquezas que se guardan en la tierra, no volverás a la vida, y el fuego será tu lecho.
Mawtiní, mawtiní: esta es mi tierra.
David García