La novela de viajes ha de servir como medio lúdico para realizar una labor de divulgación cultural. El escritor y viajero ha de exponer, comentar y analizar en el relato novelado el patrimonio artístico, histórico, folclórico, gastronómico, paisajístico y humano de los sitios por donde ha transitado. Ello ha de proporcionar nuevos conocimientos al lector, al menos un nuevo enfoque, sobre las localidades por donde ha discurrido el viaje. Además, debería llevarlo a querer realizar el viaje que ha protagonizado por el escritor. Así me lo planteé cuando decidí escribir Ferias, leyendas y chiflados.