Recuerdo un anuncio de una conocida marca de neumáticos que, en la década de los noventa y, creo, en los primeros años 2000 tenía como eslogan la frase «la potencia sin control no sirve de nada». Lo cierto es que creo que habría sido un buen eslogan para una conocida marca de preservativos. El caso es que, yendo al caso que nos ocupa, modifiqué ese eslogan para convertirlo en una obviedad que uso como lema: «el talento sin trabajo no sirve de nada».
Lo cierto es que me gusta enfrentarme a ese «síndrome de la hoja en blanco» cada vez que se me ocurre alguna idea para seguir confeccionando mis obras. Sí, lo he dicho en plural. Tengo en mente varios proyectos, varios libros, aunque estamos hablando de que a medio plazo espero sacar el segundo libro y los demás proyectos tardarán algo más. No obstante, son muchas las ideas que estoy modelando y, según van saliendo, voy plasmando en esas hojas que no quiero dejar en blanco. El reto de seguir creando cuando aún mi opera prima apenas lleva tres meses a la venta. Sí, reconozco que a veces dedico mucho tiempo a promocionar en las redes sociales Nombres de Mujer. De hecho, me tomé unos días de descanso para poder hacerlo de una manera más fresca. Pero todo ello sin dejar de lado el seguir escribiendo y evolucionando: como ya dije en alguna ocasión, esta aventura literaria es mucho más que un sueño cumplido, es una vía para seguir creciendo. Como escritor y como persona.
En Nombres de Mujer ya puede verse algún atisbo de esa evolución. Ahí están mis primeros relatos (de hecho el libro comienza con el primero que escribí en mi vida), otros más elaborados tras un tiempo de perfeccionamiento (Un nuevo local y Yuye y el turno de Miguel, con los que gané las dos primeras ediciones de los Premios Pimienta) y los más recientes hasta la publicación del libro donde la narración es mucho más pulida. Sin embargo, no se va a ver una evolución progresiva porque el orden en que aparecen no es totalmente cronológico. Hay historias que quedaron aparcadas por un tiempo hasta el punto en que, al retomarlas, volvía con una narrativa algo más depurada u otra manera de construir la historia que conduce a los personajes al punto álgido de cada relato.
Sin embargo, mi segunda criatura me está revelando la evolución que estoy viviendo. De entrada, ya no es una colección de relatos diferentes y cortos conectados por el narrador y algunas frases estratégicamente añadidas para dar continuidad temporal a una historia compuesta de muchas historias diferentes. Estamos hablando de historias más largas (esa es la idea) que pueden acabar de dos maneras: o un libro con varias historias más elaboradas que comparten temática pero independientes entre sí o, en caso contrario, en varios libros con una temática similar, dependiendo de cuánto den de sí las ideas e historias. ¿La razón? Que los relatos que puedes encontrar en Nombres de Mujer son relatos cuyo ánimo inicial era el de hacer relatos cortos para certámenes y páginas, hasta que ganar los Premios Pimienta me dieron el impulso para animarme a lanzar un libro. Y ahora, libre de ese corsé de autolimitación, sí veo que puedo desarrollar obras más maduras, más pulidas. Sé que puedo dar más y pronto habrá más noticias. Pero, por ahora, puedes seguir disfrutando de Nombres de Mujer.