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El gato

Eran más de las doce, entró en el cuarto con miedo, con recelo, temía volver a oír aquellos golpes en la ventana. Caminó hasta la cama justo antes de oír los maullidos. Ahí estaba ese gato otra vez, pero hoy traía entre sus fauces, el dedo, el dedo del hombre que ella había matado.Suspiró, aquel viejo gato jamás se iría, al fin y al cabo, necesitaba un nuevo dueño. Cogió al animal, lo puso sobre la cama y dejó el dedo en la mesita, luego, apagó la luz.

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