Esta pregunta admite, al menos, dos respuestas. La primera, cuando se tiene una idea brillante, que pueda cautivar al lector. La segunda, después de desarrollar esa idea brillante en una suerte de “boceto literario”, es decir, estructurar la novela de manera coherente en partes y capítulos, poner nombre y dotar de personalidad a los protagonistas principales y secundarios, elegir las ambientaciones adecuadas, el ritmo en el desarrollo de los acontecimientos, la técnica expositiva, detalles significativos, el desenlace, hacer acopio de las fuentes documentales necesarias y tantas cosas más. Soy partidario de empezar a escribir después de haber hecho toda esta tarea previa, pero también de ser flexible e improvisar cuando pueda ser la mejor opción.