Hoy me escribo… Porque ya no necesito que otros me escuchen para saber que lo que siento es real. Porque ya no voy a mendigar comprensión en puertas cerradas. Porque merezco paz, aunque me duela haberla buscado en el lugar equivocado. Me entregué. Me ilusioné. Abrí el alma con las manos temblando, sin pedir nada más que amor, que verdad, que un espacio seguro donde existir sin miedo. Y recibí silencio. Control. Frialdad. Palabras que dejaron cicatrices. Hoy me escribo porque necesito recordarme que no fue mi culpa. Que no está mal haber amado. Que no está mal haber soñado con una familia. Que no está mal haber creído. Lo que sí habría estado mal… es haber seguido callando mientras me apagaban. Haber renunciado a mis principios para encajar en un amor que ya no era mutuo. Haberme olvidado de mí, solo para no perder a alguien que no quería quedarse. Hoy cierro este capítulo. Con lágrimas, sí. Con el alma herida, también. Pero con la certeza de que lo que di fue real, y lo que hice, lo hice con el corazón en la mano. A partir de ahora, me prometo no volver a mendigar amor. No dejar que me manipulen. No permitir que nadie decida qué lugar tengo en la vida de mi propio bebé. Voy a sanar. Voy a escribir mi historia desde la verdad. Y aunque esta etapa me haya roto… me reconstruyo con más fuerza, más conciencia y más dignidad. Porque el amor que merezco empieza por el que hoy… me doy a mí mismo.



