El proceso de escribir
Un evento impacta en mi mente y comienzo a interpretarlo para convertirlo en una historia. Quiero escribir un thriller. Las primeras ideas de un suceso abordan mi mente y de manera extraña me llevan al cuaderno. Esos hechos transcurren durante un día normal. De repente suena un disparo, una primera escena se dibuja en mi imaginación. Leo rostros y fuertes emociones. Esas imágenes son una semilla poderosa que contienen una trama compleja. ¡Ay, mamá!, debo prepararme para emplear todos mis recursos.
¿Qué pasó? La curiosidad me atrapa y comienzo a observar mi alucinación. Una fotografía, un momento congelado, unos gestos, rostros y objetos detenidos en el aire. Así es la antesala de la investigación de una historia en potencia.
De esta manera, me voy enredando y al mismo tiempo involucrando, colocando la lupa en cada detalle. ¿Será que encontraré las respuestas? Es que mientras más logro avanzar, más interrogantes me surgen. Es una verdadera calamidad lo ocurrido, pero lo desafiante es resolver la situación.
Me doy cuenta de que debo dejar fluir y no enfrascarme en controlar todo. Es delirante lo que voy a decir, pero me toca escuchar a los personajes y permitirles que cuenten sus historias. Sí, aunque son ficticios adquieren autonomía y se hacen peculiares y hasta irreverentes. No están definidos en mi mente, ellos vienen con sus memorias, sus valores y contradicciones; sus motivaciones y sus temores. Cada uno tiene vida propia y reclama por ser reconocido.
El tiempo para el orden
Es el momento de hacer la cronología. El encadenamiento de los hechos debe ser preciso. En otras palabras, cada descubrimiento debe mostrarse de manera oportuna.
Al principio todo es un enredo, pero en la mente del escritor se va armando una trama por capas, que parece imposible de amalgamar. Las narrativas y los diálogos aparecen sin un orden lógico, pero revelan mensajes potentes. Es un rompecabezas en progreso de ensamblaje. Algunas piezas toman forma y luego hay que saber encajarlas en el lugar preciso. El autor tiene una visión de hacia dónde quiere ir, pero el mapa inicial le es difuso. Es lo que tiene, con eso debe mejorar, dejar fluir, tomar pausas y darle las pinceladas a su concepción de la meta.
Es la lucha entre el dibujo libre y el orden, ambos tienen cabida. Sin embargo, también envuelven inmensos riesgos, si no se les da gobierno. El proyecto podría terminar en el fracaso, en un despilfarro de incoherencias.
Es duro escribir. No obstante, la prosa no puede detenerse. La inercia y la adrenalina por controlar los escenarios no dejan tregua. Los excesos son demoledores, toca eliminar los sobrantes. En la escritura el ritmo, la narrativa y los sonidos del silencio han de estar en perfecta sintonía. Es mandatorio revisar y reubicar algunas piezas del texto, para enganchar con el lector.
Reflexiones de cierre
En toda comunicación el receptor es lo más importante y se debe respetar su espacio y sus tiempos.
El otro elemento es el cómo construir el relato. El escritor omnisciente debe armar la trama de manera que no sea explícita, sino sugerente. Los recursos fundamentales son la cronología de los hechos y los diálogos. La racionalidad, veracidad, los conflictos de los personajes, misterios, sus sicologías y motivaciones dan el toque único. El lector debe estar en la posición de seguir la trama y poder caracterizar a cada actor.
El leyente debe sentir que esas letras son destinadas para él. Que dispone de la autoridad para imaginar y anticipar los acontecimientos.
¡Qué compromiso más grande le toca al escritor!: Convertirse en el detective de su propio proyecto.
Este texto revela las vivencias de este escritor, inmerso en el proceso de crear un thriller.
Cosme G. Rojas Díaz
@cosmerojas3
5 de octubre de 2025
P.D.
No dejes de leer «El poder del heredero» Un thriller que te sacudirá de principio a fin.



