La portada de la novela Tiresias, el profeta desconocido representa simbólicamente el tema del enigma. En el centro de la cubierta se encuentra la Esfinge, la que domina imperturbable, con sus aterradoras garras, la escena frente a los dos jóvenes desnudos, un hombre y una mujer, vistos de espalda. La Esfinge es el enigma, que da muerte a quien no sabe contestar a sus acertijos, está allí por voluntad divina, debe impedir el paso de quien se atreve a ir más allá.
En el mito griego, al que me refiero en mi novela, el desafío de Edipo con la Esfinge representa el punto de inflexión decisivo para que su destino se cumpla. Tiresias invita al joven a desistir de la confrontación, porque todo es un engaño y su victoria será al final la ruina marcada por su destino. El verdadero enigma no está en la pregunta planteada sino en la búsqueda por comprender lo que esconde lo que parece. Saber qué hay más allá es el verdadero desafío, que en la mayoría de los casos resulta ser un desafío perdedor.
¿Cómo no ver en la portada del libro un eco del pasaje bíblico del Génesis con el mito de Adán y Eva y su expulsión del paraíso terrenal?
En el episodio bíblico el enigma consiste en el desafío de conquistar el conocimiento y la verdad.
La serpiente representa el portento que incita a la pareja a ir más allá. La verdad se desgarra y el conocimiento conduce a la derrota, como sucede al joven Edipo, quien al vencer a la Esfinge, completa su destino acostándose con su madre.
El destino de la humanidad estará marcado para siempre por la ilusión de conquistar un más allá inescrutable e inalcanzable.



